La crisis sanitaria por COVID-19 es un reto para las estructuras económicas, políticas, sociales y de salud del planeta. Esta circunstancia, reposiciona con urgencia, la agenda internacional de atención a los grupos vulnerables. La contención de la pandemia amerita acciones contundentes y extraordinarias inmediatas, aunque no deben perderse de vista los efectos a largo plazo. En este momento ya existe un importante llamado para considerar el posible deterioro del estado de nutrición y el incremento en la inseguridad alimentaria debido a cambios en la disponibilidad de alimentos y acceso a una alimentación correcta. Es por ello que debemos anticipar y trabajar para garantizar el derecho a la alimentación en el contexto de la presente contingencia.